De interés

La siguiente reunión será en casa de Pierre el día domingo 3 de noviembre de 2010.

Saturday, January 30, 2010

Pensamientos materiales

Llevaba consigo no sólo libros científicos, sino también manuales de ritos chamánicos, traducciones de los jeroglíficos de las pirámides egipcias, libros de hechizos y pócimas, además de los manuales de algunas iglesias para sacerdotes e iniciados en ritos de exorcismo y misas de sanación; tenía docenas de libros que ya había leído sobre la filosofía zen, yoguis, masones; manuales de criptología y simbología de todos los tiempos y lugares. Llevaba esos incómodos libros plagados de supersticiones y leyendas infundadas porque ese había sido el inicio de todo, ahí estaba aquello que los primeros noéticos habían visto y que los habían llevado a sospechar que, en efecto, habían cosas que siguiendo el camino convencional no se podían explicar y así a crear esta maravillosa ciencia.
Llevaba ya cinco meses leyendo y estudiando esos absurdos manuales cuando decidió que, con solo la lectura no comprendería del todo el por qué aquellos rituales sin sentido podrían conferir a hombres comunes esos poderes especiales que lograban curar personas, retrasar el envejecimiento, convertir la materia y, en los casos más extremos, controlar hasta a la naturaleza misma. Había visto demasiado de estos casos a través de las grabaciones de los cinco primeros noéticos –que habían habitado esta misma casa y montado un laboratorio de observaciones ahí mismo, laboratorio del que, lamentablemente, no quedaban rastros. Pero también había visto con despecho cómo cada uno de los experimentos que estos realizaran habían desembocado sino en un rotundo fracaso, al menos en resultados menos que mediocres: mover un péndulo, cristalizar de forma armoniosa las moléculas del hielo, pero nada más. Los estudios prometían más o mejores resultados, los que significarían una verdadera revolución en la forma de ver al hombre y su relación con el mundo: el pensamiento como materia, por lo tanto cuantificable, aislable y manipulable; además del derrocamiento de dios como ser supremo y la colocación del hombre en la real cúspide de la evolución, el control total de la materia, el hombre como su propio creador, el fin del mito de la resurrección de los muertos, al fin podríamos saber qué hay después de la muerte. Traerse abajo los mitos que habían dominado la religión durante siglos era algo bastante llamativo y peligroso, claro, tanto así, que los cinco noéticos habían sido asesinados en esa misma casa de forma bastante extraña y por personas que jamás pudieron ser identificadas, pero que él estaba convencido, no se trataba de nadie más que de sectas de fanáticos religioso que ya los habían señalado como los herejes de la nueva era. Cincuenta años habían pasado desde el surgimiento de esta ciencia y treinta desde de la muerte de los cinco noéticos y él estaba dispuesto a recomenzar con todo, costase lo que costase.

El primero costo que advirtió era que ya no contaba con voluntarios para llevar adelante las observaciones y experimentos. Y aún consiguiéndolos, la ciencia noética estaba ya tan desacreditada que nadie apostaba por ella. Las cosas tendría que hacerlas él mismo.
Lo primero fueron los ejercicios Krisna, viajes astrales, concentración, elevación del alma. Lo único que logró fue darse un susto una noche en que durmiendo sintió como comenzaba a elevarse y al ponerse pie, o al menos eso sintió, pudo verse a sí mismo durmiendo tranquilamente en la cama. El sobresalto lo despertó y estaba, en efecto, echado en su cama en la misma posición en que se había visto a sí mismo. Vamos, se dijo, esto ha sido sólo un sueño.
Algunas semanas después tuvo que interrumpirse mientras llevaba a cabo ejercicios de concentración y meditación porque algunos libros de la biblioteca habían caído estrepitosamente en medio de la biblioteca. Se dirigió presuroso a acomodar aquellos libros y mientras lo hacía notó que no todos los libros que yacían desparramados en el piso tenían lugar en los estantes, algunos habían estado ya en el piso, apilados en algunos rincones a la espera de clasificación, incluso vio que aquel que había estado ojeando la noche anterior se encontraba en medio de la pirámide que ahora era necesario ordenar.
Este hecho, por supuesto, lo dejó un poco inquieto, pero no lo suficiente como para detenerlo. Con el transcurrir de los días habían tenido lugar sucesos similares, utensilios de cocina, los muebles, su cama, la ropa. Luego de los ejercicios de concentración algunas cosas se encontraban siempre fuera de lugar. La respuesta sólo podía ser una: telequinesis ¿Había logrado acaso desarrollar facultades telequinéticas? Esto sí era realmente sorprendente. Decidió continuar. Las cosas no cambiaron, sino por el contrario, cada vez era mayor la cantidad de cosas que lograba mover de un lado a otro. Esto debía ser monitoreado y seguido, pero, a estas alturas no sólo tenía ya dentro de sí un impulso científico, sino también un ánimo lúdico había comenzado a germinar en su interior. Dominado el poder telequinético, había comenzado a pasarse el día moviendo cosas de un lado a otro con la mente, encender la tele sin tocar el control, abrir los caños, apagar las luces, lo había logrado: el control total de la mente sobre la materia.
El primer paso estaba dado. Con esto, pensaba, podría, en efecto llevar adelante su trabajo, en él mismo estaban sucediendo esas cosas, la ciencia noética despertaría otra vez el interés de la comunidad científica, el hombre podrá dar el gran salto, el verdadero gran salto en la escala evolutiva, la apoteosis estaba cerca.

Pudiendo dominar la telequinesis ya había dado un gran paso, sólo había una explicación para este fenómeno, pensaba él, y es que en efecto los pensamientos son materia, sólo así podría explicarse por qué es que puede mover cosas con sólo pensar en ello.
Pero, las cosas comenzaron a salirse de control, algunas cosas comenzaban a moverse sin pensar en ello, su mente, al parecer comenzaba a actuar de forma autónoma, sin poder él mismo dominarla. A veces no podía ni dormir debido al ruido de las cosas cayendo, volando, chocando unas con otras, no había modo de lograr el orden en aquella casa que ahora parecía de locos ¿qué demonios pasa? Se preguntaba. Los ejercicios de concentración no ayudaban en lo absoluto, el miedo comenzó a apoderarse de él, pues, sentía que algo había hecho mal. Pensamiento, materia, dominio, se repetía qué pasa, qué sucede, yo debería controlar esto. Pero no, las cosas ahora parecían tener vida propia, se movían constantemente. Salir no era una opción, no sabía cómo iban las cosas en la calle desde hace dos días, no podía comer, quizás un poco de agua pero no más. La casa parecía embrujada. ¡Basta! Gritó la tarde del tercer día en que no soportaba ver las cosas en movimiento ¡Basta! Materia, pensamiento, dominio, pensamiento, materia.
Lo peor vino después, cuando ya no sólo eran las cosas moviéndose, era las conversaciones en las otras habitaciones, palabras articuladas que al principio no entendía pero que luego comenzó a comprender, eran conversaciones sobre noética, gente que hablaba de lo mismo que él sabía, experimentos, observaciones, materia. Salía corriendo a buscar a esas personas, no estaban. Qué sucede. Buscó uno de los libros de los cinco noéticos, leyó, quería una explicación y sólo ellos habían esbozado algunas: los pensamientos pueden en efecto ser materia, por lo tanto objetos de observación y estudio científico… Eso ya lo sé. Si los pensamientos son materia entonces cabe la posibilidad de que estos no desaparezcan con la muerte física, ya que, al desprenderse de…
¡Almas en pena! Los noéticos habían concluido en almas en pena, eso también lo sabía, pero creía que eran rezagos de adoctrinamiento religioso lo que los había llevado a pensar en eso, los muertos están muertos, la materia de sus pensamientos se acaba con la muerte… ¿O no? De pronto comenzó a verlos, ahí estaban, los cinco noéticos, los reconocía por las innumerables fotos que se habían tomado alguna vez, los vídeos de los experimentos, la sala de observaciones, los aparatos para los encefalogramas, todo, ahí estaba todo en medio del caos de las cosas moviéndose de un lado a otro, hablaban. Ustedes, qué hacen aquí, están muertos, no hay vida después de la muerte, gritaba desesperado, no puede ser. De pronto cayó al suelo entre gemidos y lágrimas. Se durmió.
Lo siguiente era despertarse, ponerse de pie, no sentía hambre a pesar de saber que llevaba ya casi cuatro días sin comer, tampoco sueño, ni siquiera cansancio. Era casi medio día, la luz que entraba por la ventana invadía todos los espacios, la casa se encontraba en un desorden infernal y en medio de las cosas desparramadas su cuerpo tendido en medio de la biblioteca. El sobresalto lo despertó de golpe, abrió los ojos, levantó la cabeza y pudo ver nuevamente todos los libros regados por la habitación, salió despacio y caminó hacia la sala, todo en el más descomunal de los desórdenes, divisó la puerta de la cocina y sintió hambre.

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